A lo largo de los siglos, muchos hermanos nuestros en la fe han demostrado, Señor, que eran fieles a tu mensaje. Muchos han sido valientes al dar la vida humana por defenderte ante los hombres, alabando tu nombre y ayudando a los demás. Que ellos sean el ejemplo que debemos seguir, siendo rebeldes, si necesario fuere, para plantarnos ante quienes tratan de imponernos normas injustas o comportamientos que no son los correctos. Que no tengamos reparo alguno en decir “no” a tantas injusticias que se cometen.
Amar a los demás, como Cristo nos ha enseñado, es reconfortante. Nunca cansa. Al contrario. Infunde mayor vitalidad. Es como si cada obra buena que