Puede que a veces nos sintamos cansados de repetir las oraciones del rosario o que nos parezca su rezo algo monótono y aburrido. Al igual que no nos aburrimos de decir bellas palabras a quien amamos o de contemplar la belleza de las personas y de todo lo que nos rodea, así deberíamos mostrarnos ante nuestra Madre María, que nos escucha y está dispuesta a ayudarnos siempre. Ella no se aburre escuchándonos. No nos cansemos de rezarla porque siempre nos escucha.

Los cristianos que tratamos de seguir fielmente las enseñanzas de Jesús no debemos encerrarnos en nuestro pequeño mundo geográfico o mental. Hemos de estar abiertos