¿Dar para que nos lo devuelvan o nos reconozcan que somos generosos y buenos? No, nunca. Porque lo que damos lo hemos recibido antes nosotros. Dios es quien, sin merecerlo nosotros, nos ha dado cuanto somos y tenemos. Por lo tanto, no seamos egoístas ni engreídos. Demos, incluso de lo que necesitamos para nosotros, a quienes necesitan más. Y hagámoslo con generosidad y sin esperar recompensa alguna en esta tierra.

No importa que no la veamos. Sabemos que la gracia divina está presente en los que creemos en Jesús. Con ella se nos otorga un