Jesús sigue preparando nuestra fiesta
Carta a los niños de Primera Comunión
Queridos niños y niñas:
Hace tiempo que no nos vemos. La iglesia está más triste sin vuestra alegría. Cada miércoles, espero que a las seis y media entréis en el templo y me saludéis con vuestra inclinación de rodilla, que es un gesto de cariño y respeto. Me quedo triste al no veros.
Sé bien que no habéis podido salir de casa: ni vosotros ni vuestros papás y abuelos. Es un tiempo en el que todos hemos aprendido que lo que más duele es no poder besar y abrazar a los que queremos. Pero os voy a confesar un secreto: yo no me he sentido ni solo ni abandonado.
Sé que aunque no habéis podido venir a verme andando, vuestro corazón ha volado hasta mí sin salir de casa. Cuántas veces, he sentido la caricia de vuestra oración por la noche, más fuerte todavía cuando era con vuestros papás; me he sentido besado por el cariño de vuestra amistad y vuestras peticiones, cuando me decían: ¡cuida de mi mamá!, ¡Dale fuerzas a mi papá! ¡Qué no nos peleemos los hermanos!
¿Verdad que vuestros papás y vosotros estáis preocupados? Os preguntáis: ¿cuándo podremos celebrar nuestra Primera Comunión? No os preocupéis, yo estoy en todo: «¡Yo, el Señor, vuestro amigo, sigo preparando vuestra fiesta, que es también la mía!».
Cuando podamos, volveremos al colegio y cada miércoles a la catequesis… Volveremos a cantar y rezar juntos en la Misa de los domingos. Y pondremos la fecha de vuestra Primera Comunión. ¿Sabéis una cosa? Cuando algo que deseamos mucho se retrasa, aumentan nuestras ganas de conseguirlo. Por eso estoy tranquilo: sé que vuestro deseo de recibirme ensanchará más vuestro corazón y yo entraré en él con más alegría.
Tranquilizad a vuestros papás: en cuanto podamos lo programaremos todo… Y cada uno tendrá la solución más apropiada: ¡Nadie puede quitarnos esta fiesta!
Como sé que todavía no nos podemos ver en la iglesia, nuestra casa, yo me acercaré a la vuestra: aunque no me veías, yo estaré rezando con vosotros, protegiéndoos y dando aliento a vuestros papás: en este tiempo raro que vivimos, necesitamos unir nuestras manos para darnos ánimo. ¡Qué nadie rompa esta cadena de cariño!
Os propongo una cosa: ya que no podemos vernos en la iglesia ¿por qué no me escribís una carta? Enviádmela con vuestras catequistas. Yo también tengo whatsaap.
Vuestro amigo, Jesús el Señor