
La fidelidad es un valor a la baja. Parece ser que vivimos un mundo donde no importa cambiar de opinión con frecuencia, romper compromisos y olvidar promesas. Hoy más que nunca… «las palabras se las lleva el viento». Incluso echamos de menos esa fidelidad a la palabra dada, de honda tradición, cuando los tratos se firmaban con un simple apretón de manos y un vaso de vino. Sin embargo, «un hombre es lo que es su palabra».
El mensaje de las lecturas de hoy es un mensaje de fidelidad: Dios es fiel a su palabra, pronunciada al inicio de los tiempos, cuando prometió que enviaría un Mesías, un Salvador para los hombres. Es la historia de la Alianza establecida entre Dios y su pueblo: fidelidad de Dios, que reclama fidelidad humana.
La primera lectura del profeta Nehemías, nos presenta a la Ley de Dios, la Palabra de Dios, como el testigo fiel de esa Alianza. Por eso, Palabra de Dios presidió las asambleas del pueblo de Israel y preside nuestras Eucaristías. La Palabra de Dios es testigo y reclamo de fidelidad.
El relato del evangelio de Lucas que hoy proclamamos, narra la intención del evangelista al escribir su evangelio, que dirige a Teófilo, que significa «amigo de Dios», y que nos representa todos: otros han emprendido la tarea de contaros el relato de los hechos ocurridos entre nosotros, como lo trasmitieron los que fueron testigos oculares… Y proclama con cierto orgullo: también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. Y, a continuación, el evangelista, nos anuncia que se ha cumplido la promesa, que el Mesías y Salvador anunciado por los profetas ya está en medio de nosotros. Y nos presenta a Jesucristo como el Mesías esperado.
El relato es grandioso y se reviste de cierta teatralidad. Jesús entra en la sinagoga, la escuela de la Palabra de Dios, y proclama el texto del profeta Isaías donde se describe la misión salvadora del Mesías: será alguien ungido por Dios, enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, que anuncia la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos; alguien que pregona un tiempo de gracia y perdón para todo el género humano. Esto es, alguien que hará nuevas todas las cosas e inaugurará el reinado de Dios.
Ante un pueblo atónito, ante la expectación suscitada por tal anuncio, Jesús certifica: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Jesús se presenta como Mesías esperado, como cumplimiento definitivo de la Palabra de Dios. Se inaugura el Reino de Dios entre nosotros: Reino donde cada uno será, como describe san Pablo, un miembro vivo de un cuerpo, al que pertenecemos todos y del que Cristo es la cabeza.
Ante la fidelidad de Dios a su promesa, hoy sólo nos cabe estallar de gozo, y proclamar con el salmista: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.Tuit de la semana: Dios es fiel a su promesa y nos ha enviado a su Hijo como Salvador. ¿Correspondo con fidelidad, siendo un miembro vivo de su Iglesia?
Tuit de la semana: Dios es fiel a su promesa y nos ha enviado a su Hijo como Salvador. ¿Correspondo con fidelidad, siendo un miembro vivo de su Iglesia?
Alfonso Crespo Hidalgo