Nunca seremos lo suficientemente humildes para merecer llegar a la altura de ser personas perfectas. Nunca nos debemos sentir mejor que nadie, ni siquiera de los que aparentemente son los peores. Porque quien busca ser el más grande no lo conseguirá; al contrario, será el más pequeño. En el grado de humildad que practiquemos seremos medidos y valorados.

Quejarnos porque hay problemas en la sociedad no conduce a nada. Lamentarnos porque los que están llamados a dirigir los asuntos públicos no actúan como