Si realmente queremos ser cristianos de verdad, fijémonos en María, nuestra madre en la fe. Ella siempre estaba dispuesta a servir a los demás. Renunciaba a sí misma por hacer la voluntad del Señor. También nosotros hemos sido llamados a entregarnos a los más necesitados, empezando por los que están más cerca. Los pobres, los marginados, los que viven solos, los excluidos de la sociedad deben ser nuestra preferencia. Como lo fueron de Jesús, de María y de todos los que viven el cristianismo fielmente.

Para los cristianos, lo realmente importante es alcanzar la salvación que Jesús nos ha prometido. Por lo tanto, lo que importa es esforzarnos, día tras