No quieres, Señor, que hagamos grandes cosas. Al menos, de forma permanente. Es en las tareas sencillas de cada instante donde nos pides que trabajemos por el bien común. Porque tu reino no se construye aquí con hazañas heroicas, ni con victorias bélicas, ni con proclamaciones solemnes. Lo que hacemos ordinariamente, día tras día, puede ser el mejor camino para convertirnos en mejores cristianos que caminamos al encuentro contigo en los hermanos que viven junto a nosotros. Danos fuerzas para saber hacer de nuestra rutina diaria un esfuerzo permanente para ir hasta ti.

¡Basta de quejas sobre lo mal que está todo! ¡Basta de añoranzas de pasados tiempos que, al parecer, fueron mejores! Compartamos la alegría de ser