No nos cansemos nunca de obrar con bondad, pues es lo que Dios quiere de nosotros. Si así lo hacemos, estaremos inmunizados ante las muchas heridas que puedan causarnos. Porque quien hace el bien no percibe el dolor de los desprecios, las incomprensiones y los infundios. Tampoco siente el vacío que le puedan hacer. Protejámonos, pues, haciendo el bien, que esto es grato al Señor y a los hombres,

¿Hay mayor amor que el que nos da Jesús, nuestro Dios y Señor? Murió por nosotros en una cruz, como el peor de los malhechores.