No se nos piden heroicidades, ni que nos enrolemos en aventuras que nos superan. Lo que Cristo nos pide es que nos demos a Él y a los hermanos renunciando a nuestros egoísmos. Que nos demos del todo, con lo que seamos y tengamos, sea mucho o poco. Con nuestras virtudes y nuestras imperfecciones, siendo conscientes de que el amor es la entrega sin condiciones.

Cuando nos ponemos realmente a disposición de Cristo, porque hemos comprendido que Él es nuestra razón de existir, no debemos tener miedo alguno en obedecer