No importa tener razón, sino ser bueno y caritativo. Si somos capaces de mostrarnos sencillos y humildes en todo momento, también en nuestras conversaciones con los demás, en nuestras discusiones e intercambio de opiniones, seguro que estaremos obrando bien. Porque podemos tener la verdad de nuestra parte, pero si no sabemos exponerla con mansedumbre, sin intentar herir al contrario, no estaremos actuando correctamente. Un cristiano no impone sino que expone humildemente sus razones.

Cuando nos ponemos realmente a disposición de Cristo, porque hemos comprendido que Él es nuestra razón de existir, no debemos tener miedo alguno en obedecer