Somos tentados a hacer lo que nos gusta y huimos de aquello que conlleva sacrificio. Preferimos la comodidad al esfuerzo y lo placentero a lo que causa dolor. Pero nuestra obligación como creyentes es no hacer caso a nuestros caprichos e intereses sino intentar obrar con justicia, buscando siempre el bien. Si hacemos esto, nos sentiremos mucho más felices.
Los servidores de Cristo, no solamente los que están encargados de los ministerios apostólicos, sino todos los bautizados, estamos obligados a comportarnos correctamente. Porque la