Tiempo ordinario
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El Tiempo que celebramos
TIEMPO ORDINARIO:
TIEMPO ORDINARIO: DÍA A DÍA, CAMINO DE LA SANTIDAD
El tiempo ordinario no es tiempo de monotonía, sino el tiempo de la sencillez de lo cotidiano. Dios comparte nuestro tiempo y se mezcla en nuestras cosas. Según el Calendario litúrgico, que nos guía a lo largo del año, el Tiempo Ordinario tiene una primera parte que abarca los días que van desde el lunes después del Bautismo del Señor hasta el miércoles de Ceniza exclusive. Después se reanuda a partir del lunes después de Pentecostés con una larga duración hasta el primer domingo de Adviento. Constituye un tiempo ideal para celebrar las palabras y acciones de Cristo en la lectura de su Evangelio, para alentar nuestra vida cristiana según las exhortaciones de los apóstoles y recordar la Historia de la salvación, mediante las lecturas del Antiguo Testamento a la luz de la novedad de Cristo. La celebración del domingo proyecta su luz sobre los otros días de la semana.
El misterio de Cristo en la vida cotidiana
Con la lectura semicontinua de los evangelios en la celebración de la Eucaristía de cada día, se pone en el centro de la espiritualidad cristiana la misma vida de Jesús y su misterio en la normalidad de su vida, hecha de oración, de predicación de la palabra y de gestos de amor hacia los hombres. En esta historia de lo cotidiano, se hace presente Cristo para asumir y santificar la historia de los hombres hasta que se cumpla el día de su regreso final.
El misterio de la Iglesia
Las palabras y los gestos de Jesús, así como la Historia de la salvación que acompaña todo el Tiempo Ordinario, tienen un sentido pleno con la participación de la Iglesia. Hay una realidad mistérica que desciende como gracia cada día desde el cielo; pero hay también una realidad eclesial, una historia cotidiana que la palabra ilumina y la Eucaristía y la oración de cada día asume, para hacer la Historia de salvación. Si la liturgia es la celebración del misterio de Cristo en la existencia cristiana, la realidad histórica del trabajo, de los gozos y alegrías, de las tristezas y de los dolores de la humanidad forman parte de la trama de ese Tiempo Ordinario.
Cada domingo es fiesta para la familia
Como Iglesia doméstica, la familia desempeña también un papel fundamental en la misión de la Iglesia. Está llamada a ser no sólo comunidad creyente sino también comunidad celebrante y evangelizadora. La fuerza evangelizadora de la familia se convierte también en testimonio profético: hoy, junto al anuncio explícito del Evangelio, el mejor servicio que puede ofrecer la familia cristiana a los hombres y mujeres del tercer milenio es el testimonio de que, en Jesucristo y con su ayuda, el amor es «fiel y definitivo».
Tiempo Ordinario a ritmo jubilar
En este Tiempo Ordinario, comenzarán las peregrinaciones hasta la Puerta Santa. Acompañemos dichas peregrinaciones, sumándonos con nuestra oración desde casa, y participando en los actos que organice nuestra diócesis. Y hagamos de cada domingo una meta provisional de peregrinación, donde nos encontramos con el Señor, reunidos para escuchar su Palabra y participar en la Eucaristía.