Es verdad que resulta más fácil predicar que dar trigo. Tenemos siempre preparado el consejo para los demás, pero nos olvidamos de aconsejarnos a nosotros mismos. Señor Jesús, que caigamos en la cuenta de que no debemos exigir a otros lo que nosotros no practicamos, que intentemos enseñar con nuestro ejemplo más que con nuestras palabras. Como Tú nos enseñaste con tu vida, pasión y muerte. Que seamos capaces de aprender de Ti.

Una hermosa manera de practicar la caridad es saber callarnos cuando tenemos que opinar sobre alguien al que le vemos lleno de defectos. ¿Quiénes somos