Don José Miranda Sainz
1927 - 2023
Párroco de San Pedro Apóstol
1980 - 2010
La Parroquia es una realidad pastoral que ha soportado el paso del tiempo, que ha resistido a las modas pastorales. Juan XXIII la definía como «la fuente de la aldea a la que todos pueden ir a sacar agua».
La Parroquia tiene unas dimensiones humanas que la convierten en una segunda comunidad de referencia de apoyo a la familia. Para muchos cristianos la Parroquia es como «una gran familia».
A través de la Parroquia, la Iglesia, madre y maestra, se acerca a sus hijos a pie de calle y revive la cercanía de Jesús con sus discípulos y primeros seguidores: en la Parroquia, el Evangelio se hace Catequesis de vida; en la Parroquia, la fe se transforma en fiesta que celebra la gracia de los Sacramentos; en la Parroquia, la Caridad se visualiza en rostros concretos y evita hablar del pobre como un número más de una estadística fría.
La Eucaristía es el centro de la vida parroquial: a ella confluyen la Catequesis y la Caridad. Alrededor del altar, nuestros hijos completan su Iniciación cristiana; de la Eucaristía brota el amor que acompaña a nuestros adolescentes y jóvenes en la búsqueda del sentido de la vida, bajo la guía del mejor Maestro; delante de Dios, muchas parejas sellan su compromiso de fidelidad matrimonial; la comunidad parroquial pone eco a la llamada vocacional al sacerdocio o la vida consagrada. La Eucaristía es la fuente que alienta el empuje misionero de una comunidad que quiere ensanchar el número de los invitados a la fiesta del Señor.
La Parroquia, en tiempos difíciles, como en la pandemia, se convierte en un «hospital de campaña» para romper todas las soledades: la Eucaristía es, también, un viático reparador para el enfermo; en la Parroquia se sanan las heridas del pecado con el bálsamo de la misericordia del sacramento de la Penitencia. La Parroquia es el hogar de puertas abiertas que acoge al hermano, que acompaña el drama del paro o la carencia, la soledad o el abandono.
Un buen Párroco es un regalo para una comunidad. Cuando al frente de una Parroquia, durante un período largo de tiempo, está un fiel sacerdote que intenta poner rostro humano a la imagen divina del Buen Pastor, la Parroquia es un regalo para sus feligreses. La Parroquia de San Pedro ha tenido el privilegio de tener como pastor a D. José Miranda, párroco durante 30 años. Su fidelidad y entrega son un testimonio vivo de la mejor espiritualidad sacerdotal aprendida y vivida en nuestro Seminario.
Estas cifras son un pálido testimonio de su servicio a nuestra comunidad parroquial: ha presidido más de 18.000 Eucaristías; ha celebrado más de 1.300 Bautizos, ha conferido el sacramento de la Confirmación a más de 300 adultos y jóvenes; ha sido testigo de más de 500 matrimonios; ha impulsado una Catequesis para todas la edades y una Caritas atenta a los más necesitados; ha acompañado la piedad popular, atendido espiritualmente a la Archicofradía de la Expiración con sede en nuestra Parroquia.
¡Gracias, Don José, rostro cercano del Buen Pastor, por su entrega y fidelidad!
La Cruz que preside nuestro altar, y que procesionamos en las fiestas, lleva en el reverso una inscripción como signo de agradecimiento al servicio pastoral de D. José:
“Parroquia de San Pedro
Septiembre de 1980 – septiembre de 2010
¡Gracias D. José!”