El Vía crucis (del latín: «camino de la cruz») es una de las prácticas devocionales más extendidas entre los católicos. Recorre, en sus catorce Estaciones, los diferentes momentos vividos por Jesús de Nazaret desde su prendimiento hasta su crucifixión, sepultura y posterior resurrección. Popularmente la expresión: «Estoy pasando un via crucis«, la usamos para explicar un tiempo personal de especial dificultad en nuestra vida o en nuestro entorno. Podríamos afirmar que este tiempo de pandemia es un «via crucis general de la humanidad». Contemplar nuestra vida desde el Via crucis de Cristo, alivia nuestro dolor y sobre todo levanta nuestra mirada a un horizonte de esperanza: la Cruz es signo de resurrección.
Alfonso Crespo, párroco de san Pedro, nos ofrece un texto para seguir las Estaciones del Vía crucis. En cada Estación, el Misterio de Dios dialoga con el misterio del hombre. Dios y hombre, unidos en el dolor y la muerte, culminarán su andadura compartiendo el mismo destino. Como en el primer Via crucis, el del Hijo de Dios, el via crucis de la humanidad de todos los tiempos, de cada uno de nosotros, tiene su cumbre en una decimoquinta Estación: la Resurrección.