La devoción al Inmaculado Corazón de María, junto con la del Sagrado Corazón de Jesús, fue promovida por San Juan Eudes en el siglo XVII.
Los papas Pío VII y Pío IX sugirieron su celebración como Purísimo Corazón de María.
En 1944, el Papa Pío XII extendió esta devoción a toda la Iglesia fijando la celebración del Inmaculado Corazón de María el 22 de agosto, ocho días después de la Asunción.
Con la renovación litúrgica, se le restó importancia a esta fiesta para dársela a las principales fiestas marianas y, se cambió la fecha para un día después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
Otros santos del día:
- San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron Nísibe se trasladó a Edesa, en Osrhoene, hoy en Turquía, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos. Célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, por los exquisitos himnos que compuso mereció ser llamado “cítara del Espíritu Santo” (373).
- En la Vía Nomentana, en el lugar llamado «ad Arcas», a quince miliarios de la ciudad de Roma, santos Primo y Feliciano, mártires.
- En Nicea, de Bitinia, hoy Iznit, en Turquía, san Diomedes, mártir.
- En Vernemet, de la región de Agen, en Aquitania, hoy en Francia, san Vicente, mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo (292).
- En Siracusa, de Sicilia, región de Italia, san Maximiano, obispo, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno (594).
- En la isla de Iona, en Escocia, san Columba o Colum Cille, presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia, hoy Irlanda, e instruido en los preceptos monásticos, fundó, allí y en otros lugares, monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, murió cuando estaba al pie del altar (597).
- En Andria, de la Apulia, región de Italia, san Ricardo, obispo, el cual, inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano (finales S. XII).
- En Londres, en Inglaterra, beato Roberto Salt, mártir, monje de la Cartuja de esa ciudad, que en tiempo de Enrique VIII, por razón de su fidelidad a Iglesia, murió de hambre en la cárcel de Newgate (1537).
- En Reritiba, en Brasil, san José Anchieta, presbítero de la Compañía de Jesús, que, nacido en las Islas Canarias, pasó casi toda su vida en las misiones de Brasil, trabajando denodadamente y con empeño (1597).
- En el brazo de mar frente al puerto de Rochefort, en Francia, beato José Imbert, presbítero y mártir, de la Compañía de Jesús, a quien, durante los difíciles tiempos de la Revolución Francesa, el papa Pío VI nombró vicario apostólico de Moulins, pero por odio a la Iglesia fue encarcelado en una nave-prisión, muriendo a consecuencia de la enfermedad que allí contrajo (1794).
- En Roma, beata Ana María Taigi, madre de familia, que, víctima de la violencia de su marido, cuidó de él y de sus siete hijos, educándolos convenientemente, y además estuvo siempre atenta a las necesidades espirituales y materiales de los pobres y de los enfermos (1837).
- En Turín, en Italia, beato Luis Boccardo, presbítero, fundador del Instituto de las Hijas de Jesús Rey (1936).
(Del Martirologio Romano)