EL EJERCICIO DEL VIA LUCIS es una invitación a provocar en cada uno de nosotros un encuentro con el Resucitado, para que nuestra fe sea más firme, nuestra esperanza más viva y nuestra caridad más constante. Siempre, es Cristo Resucitado quien sale a nuestro encuentro con su gracia, pero nunca fuerza nuestra libertad ni violenta nuestra voluntad: Él aparece en nuestra vida y se ofrece, pero nosotros debemos recocerlo y aceptarlo. Solo así, con el reconocimiento del Resucitado, brota la amistad que une la vida del discípulo a la del Maestro.