Somos muy dados a ver la paja en el ojo de los demás, mientras que nos cuesta distinguir que en los nuestros hay una viga que desenfoca la realidad. ¡Cuánto mejor nos iría si no empleáramos tiempo alguno en criticar lo que hacen o dejan de hacer los otros.

La razón de nuestro existir está suficientemente clara: Dios nos quiere para sí y para que, por Él, nos demos a los demás. Para eso