Sobra la ociosidad de nuestras vidas, porque quien se encuentra sin hacer nada, porque no sabe o porque no quiere, está expuesto a que el mal entre en su alma. ¡Hay tantas cosas que hacer! Dentro de nosotros mismos y ayudando a los demás. No debemos poner excusas ni intentar justificarnos en el cansancio, la enfermedad o los años, para quedarnos quietos, porque esto siempre es malo. Que nuestra mente y nuestras manos no descansen en hacer el bien, que es la más hermosa de las tareas que Dios nos tiene encomendadas.
Se nos ha dado la fe no para que la tengamos como cosa propia, uso particular y gozo personal, sino para que las transmitamos a