Hay que ser valientes para vivir la fe, defenderla incluso con lo más valioso que tenemos: la vida. A nosotros es probable que no se nos pida llegar a tanto, pero sí que ejerzamos la caridad con los demás, aunque comporte grandes sacrificios, con una sonrisa salida de lo más hondo de nuestro corazón.
Es más fácil decir a los demás qué tienen que hacer para ser mejores que dar nosotros el paso para intentar ser buenos cristianos. Predicamos