No es cristiano negar nuestra ayuda a quienes la necesitan. Tú nos enseñas, Señor, que debemos amarnos los unos a los otros. Y nos das ejemplo. Te has quedado con nosotros y has muerto por nosotros. Que aprendamos de ti en cada momento de nuestras vidas. En derredor nuestro hay personas necesitadas de una sonrisa, un apretón de manos, una limosna, un consuelo, un puesto de trabajo, un vestido, una comida, un favor espiritual… Que estemos siempre dispuestos a ayudar, a ser los primeros en servir.
Estar en paz con Dios es vivir con alegría la fe del Evangelio. Esto no es posible ocultarlo. Porque se transmite a los demás automáticamente.