¿Qué somos, en realidad? Poca cosa, por cierto. Casi nada. Aunque no lo veamos o no queramos verlo. Tú, Señor, sí sabes de nuestras miserias, de nuestras debilidades, de nuestras carencias. Nada podemos ocultarte, porque nos tienes permanentemente delante de ti, sin que nosotros queramos darnos cuenta de ello. Inyéctanos una gran dosis de humildad para vernos como realmente somos. Para que así comprendamos que, a pesar de nuestra pequeñez y nuestras infidelidades, Tú nos amas con amor de Padre y quieres salvarnos.
A veces nos comportamos como malos hijos de María. Creemos que alejándonos de ella estaremos más libres y seremos más felices. Craso error. Porque esa