Como seguidores de Cristo estamos llamados a promover la paz. En todos los ambientes en los que nos movemos. Convencidos de que con el uso de la fuerza no se impone la razón ni la justicia. Más bien se pierde el sentido de la libertad y la dignidad humanas. Incluso la vida, que es lo más sagrado que Dios nos ha dado. Inyectemos en nuestros corazones el ansia de ser mensajeros de la paz.
Es más fácil decir a los demás qué tienen que hacer para ser mejores que dar nosotros el paso para intentar ser buenos cristianos. Predicamos