Señor, pon en nosotros un poco de calma para que sepamos aguantar los desprecios, los ataques y las humillaciones que nos hagan. Que sepamos contener nuestros deseos de dar respuesta a quienes nos ofenden. Que la ira no nos domine nunca, ni nos venza el deseo de devolver con la misma moneda a quienes nos insultan. Ayúdanos a ser valientes, a poner la otra mejilla para que nos abofeteen.
Estar en paz con Dios es vivir con alegría la fe del Evangelio. Esto no es posible ocultarlo. Porque se transmite a los demás automáticamente.