Si no ponemos amor en lo que hacemos, poco o nulo valor damos a nuestras acciones. Porque lo que realmente tiene sentido es que vaya envuelto con el ropaje del auténtico amor todo lo que hagamos, aunque sea lo más pequeño. La grandeza de las obras no está en su tamaño, sino en el cariño que ponemos al hacerlas buscando de forma sincera el bien de los otros.
Aunque duela, aunque conlleve sufrimiento y menosprecio, lo correcto es ir con la verdad por delante. Mostrarnos a los demás como realmente somos. No fingir.