Resulta fácil dormirse cuando tenemos ante nosotros tareas de ayuda a los hermanos o de mejora de nuestro vivir como creyentes. Somos muy dados a poner pretextos para no hacer lo que debemos hacer. Encontrar excusas es demasiado sencillo. No nos ayudan a ser mejores, sino que nos mantienen en la mediocridad y en la inoperancia. Por eso es bueno que estemos despiertos y diligentes para hacer lo que tenemos que hacer.
Vivir la fe de forma tibia, poco valor tiene. El cristianismo no es un regalo que se nos haya dado para disfrutar de él en