Resulta fácil sonreír a quien nos sonríe, saludar a quien nos saluda, ayudar a quien nos ayuda, escuchar a quien nos escucha… Pero qué difícil es mostrarnos cariñosos con quien nos desprecia, perdonar a quien nos ofende, ayudar a quien nos rechaza, ser simpáticos con todos, aunque sean del bando contrario o enemigos… La bondad de nuestro corazón se mide en nuestro comportamiento con los que nos caen mal o no son de los nuestros.
Entregarnos del todo. Sin reservarnos nada para nosotros mismos. Entregarnos por completo a Dios y a los hermanos. Esto es lo que se nos pide