Vivimos en una sociedad agitada por los ruidos externos a la persona, las envidias, cuando no el odio, de unos hacia otros, el materialismo destructor y el egocentrismo de los individuos. Los cristianos formamos parte de esta sociedad y contribuimos con nuestras acciones y omisiones para bien o para mal. Pero es a través de nuestra humilde oración, que nos debe llevar a la acción, como podemos corregir muchas cosas. En la oración sincera encontramos la fuerza suficiente para sanar nuestras propias heridas y ayudar a curar las de los hermanos. La oración es como el bálsamo que mitiga todos los dolores.
Una hermosa manera de practicar la caridad es saber callarnos cuando tenemos que opinar sobre alguien al que le vemos lleno de defectos. ¿Quiénes somos