Nuestro mundo, Señor, necesita de hombres y mujeres que estén decididos a transformarlo para que sea cual Tú quieres. Para que desaparezcan las guerras, los odios, las injusticias, las miserias humanas… Pero esto solamente se logrará si se actúa con la fe que mueve montañas. Danos a nosotros esa fe que tan necesaria es para mejorar todo lo que nos rodea, para ayudar a nuestros hermanos a que se sientan también hermanos de los demás. Y para que nosotros nos transformemos, también, en regeneradores de nuestra sociedad tan llena de injusticias.
Los cristianos estamos llamados a participar en la construcción de un mundo mejor. Por eso las alegrías y sufrimientos de los demás debemos asumirlos como