Toda la fuerza nos viene del Señor que nos ama, que se entregó por nosotros en el mayor acto de amor que existe, que es dar la propia vida. Con Él, nada nos falta y nada más necesitamos. Lo tenemos todo. Con Él estamos llamados a transmitir a los demás nuestra dicha y hacerles partícipes del mensaje que se nos ha dado. Para que también puedan disfrutar de Jesús y sentir que Él llena también sus vidas.
No son los otros quienes han de cambiar este mundo dividido, con guerras, odios y miserias humanas; esta tarea la tenemos encomendada quienes creemos en