
¡Es lógico! ¡Es normal! ¡Es lo que hay que hacer! solemos exclamar con énfasis, cuando las cosas que suceden «suceden como tiene que ser». Pero a veces, irrumpe en nuestra vida alguien que rompe la lógica, desbarata los planes y pone las cosas patas arriba, pronunciado frases como las siguientes: ama a tu enemigo; a quien te pida dos, dale cuatro; para mí es una ganancia el morir; los últimos serán los primeros. En estas frases falla la lógica, ¿verdad? Parece un programa de locos.
Las primeras expresiones las solemos pronunciar nosotros, pero las segundas son arrancadas del Evangelio: son frases de Jesús y de S. Pablo. ¿A qué se debe este contraste? Quizás el profeta Isaías nos da ya una clave en la primera lectura cuando pone en boca del Señor la expresión: Mis planes no son vuestros planes; mis caminos no son vuestros caminos.
En nosotros conviven dos lógicas: la lógica humana, la del egoísmo que grita «ojo por ojo», «tú a lo tuyo», «ya te perdoné una vez», «hay que vivir la vida»… Y la lógica del evangelio que Jesús nos enseña con un nuevo estilo: hay que perdonar setenta veces siete; Hay que amar al hermano a fondo perdido; hay que vivir para los demás; De que le sirve a uno ganarlo todo, si pierde su alma.
El Evangelio nos deja un ejemplo práctico, una parábola que se convierte en signo de la lógica del Evangelio: todos los parados van siendo contratados a la viña del Señor, unos al alba, otros al mediodía, algunos a la caída de la tarde… Y todos al final reciben el mismo salario. ¡Es ilógico, según las leyes del mercado laboral! Sin embargo, es lógico según el Evangelio: no se trata de valorar lo que yo debo ganar, se trata de alegrarme con lo que ha ganado el otro. La justicia del sueldo justo, es alargada con la caridad de lo que cada uno necesita. Es una nueva lógica que se mide con el amor. Pero, lamentablemente, la lógica de tejas abajo, la que brota del egoísmo está tan extendida que se ha convertido en «lo normal» y se hace noticia cuando se rompe con la lógica del Evangelio.
Está en juego el futuro del hombre. Vivimos momentos de crisis, pero no sólo económica: ella es el fruto de una crisis más honda de valores, porque se ve como lógico y normal el egoísmo del hombre, la explotación del ser humano, poniéndolo todo a los pies del ídolo dinero. Los cristianos tenemos ante nosotros un gran desafío: romper la lógica del mundo e imponer con nueva vida y nuestro testimonio la nueva lógica del amor. Y más que predicaciones y palabras, San Pablo nos sugiere: Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo. Así, haremos que el Mensaje del Evangelio se vea «como algo lógico».