
Hasta Jesús se cansó. El Evangelio de hoy es de una actualidad impresionante. Nos describe una situación corriente: los discípulos dan cuentas al Maestro de cómo les va la vida, le contaban todo lo que habían hecho y enseñado. Y Jesús, ante tanta actividad les invita simplemente a descansar: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Y explica el evangelista: eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Creemos que el estrés es algo moderno y sin embargo en el evangelio de hoy se comenta un estrés escondido: los primeros discípulos están estresados. Y Jesús mismo, necesita el descanso: en un paseo en barca pasan a la otra orilla.
Son muchos los que piensan que el hombre actual, esclavo de una sociedad de la eficacia, está perdiendo capacidad para celebrar, hacer fiesta y disfrutar hondamente de la vida; para descansar, en una palabra. El activismo, “la actividad desnuda” marca la vida de muchos hombres y mujeres de hoy.
El problema de muchos es que, al dejar su trabajo y no estar ya ocupados por las obligaciones habituales, se encuentran con su propio vacío y su incapacidad de comunicarse, con un poco de ternura en los ojos, con las personas más cercanas. Y entonces, nos agarramos al móvil para hablar con el anonimato de la lejanía. No sabemos dedicar algún tiempo al espíritu, y convertimos las vacaciones en una huida alocada y el descanso es un esfuerzo vano por llenar el vacío interior acumulando experiencias siempre nuevas, dejándose estrujar de manera infantil por la industria del tiempo libre.
El descanso engendra tedio y se vuelve insoportable cuando el hombre no sabe abrirse hacia lo mejor que hay en él y hacia Aquél que es fuente de vida y de libertad. El auténtico descanso es una especie de “re-creación” que nos libera de nuevo para la vida y el amor; se trata de “re-descubrir” las raíces mismas que dan sentido a la vida: Dios, los otros, la madre naturaleza.
El Maestro ejerce su función y se puso a enseñarles con calma. El diálogo reparador de los discípulos con el Maestro, el ejemplo de la oración a solas de Jesucristo con su Padre, son la mejor medicina contra el estrés.