Tiempo ordinario
Índice Liturgia
Tiempo que celebramos:
Formación Litúrgica:
El Tiempo que celebramos
TIEMPO ORDINARIO:
TIEMPO ORDINARIO: DÍA A DÍA, CAMINO DE LA SANTIDAD
El tiempo ordinario no es tiempo de monotonía sino el tiempo de la sencillez de lo cotidiano. Dios comparte nuestro tiempo y se mezcla en nuestras cosas; Dios «anda entre los pucheros», como decía santa Teresa.
Según el Calendario litúrgico, que nos guía a lo largo del año, el Tiempo Ordinario tiene una primera parte que abarca los días que van desde el lunes después del Bautismo del Señor hasta el miércoles de Ceniza exclusive. Después se reanuda a partir del lunes después de Pentecostés con una larga duración hasta el primer domingo de Adviento.
Constituye un tiempo ideal de celebración de las palabras y acciones de Cristo en el evangelio, de la vida cristiana según las exhortaciones de los apóstoles y una lectura de la historia de la salvación en el Antiguo Testamento a la luz de la novedad de Cristo.
La celebración del domingo proyecta su luz sobre los otros días de la semana. Entre ellos, la Iglesia hace resaltar discretamente algunos elementos del viernes que recuerdan la pasión del Señor. Por otra parte, sugiere la posibilidad de celebrar la memoria de La Virgen María cada sábado que no esté ocupado por la memoria obligatoria de un santo.
El misterio de Cristo en la vida cotidiana
La teología, la liturgia y las orientaciones pastorales confluyen en una espiritualidad litúrgica del Tiempo Ordinario. La clave de comprensión de esta espiritualidad hay que buscarla siempre en el misterio de Cristo.
Con la lectura semicontinua de los evangelios en la celebración de la Eucaristía de cada día, se pone en el centro de la espiritualidad cristiana la misma vida de Jesús y su misterio en la normalidad de su vida, hecha de oración, de predicación de la palabra y de gestos de amor hacia los hombres. Asumir este misterio es ofrecer a la vida de cada cristiano la oportunidad de ese discipulado fiel, del esfuerzo de cada día, con el que no pone entre paréntesis ningún momento de su vida, sino que subraya cada acontecimiento de lo cotidiano como una presencia de la salvación que Dios le brinda.
En esta pequeña historia de lo cotidiano, se hace presente Cristo para asumir y santificar la historia de los hombres hasta que se cumpla el día de su regreso final.